viernes, 5 de septiembre de 2014

Siete meses después....

¡Aquí estoy de nuevo! Cuánto tiempo, ¿verdad?

Seguramente alguien habrá pensado "esta ya se cansó de seguir el plan y ha vuelto a ponerse ciega de churros con chocolate, y adiós a lo perdido". Pues no, no exactamente.

Desde que abandoné la clínica en febrero he conseguido mantenerme bastante bien y sólo he engordado tres kilos. Me he salido del plan, desde luego, mucho más de lo que me salía cuando visitaba la consulta cada quince días.

Las visitas a la clínica (y el pastón que cuestan) tienen un efecto psicológico muy poderoso. Te obligas a cumplir mucho más, que alguien externo te controle y mida tus avances te ayuda mucho.
Pero a pesar de todo, sigo poniendo en práctica mucho de lo que aprendí, sobre todo la idea de incluir hidratos de carbono, proteína y verdura en comidas y cenas. También procuro no hacer menos de cinco ingestas diarias (aunque cuando sales por ahí es imposible).

Mi gran cuenta pendiente continúa siendo el deporte, claro. Este verano me he puesto las pilas, he vuelto a la bici en la medida de mis posibilidades, y se nota, vaya que sí. Pero sigo necesitando encontrar un deporte que me fascine y que pueda hacer a diario, media horita, y como soy un bicho sedentario a todos les pongo algún "pero".

Mi opinión con respecto a Medicadiet no ha cambiado: es un sacacuartos que funciona.

domingo, 2 de febrero de 2014

Doce.

Pues sí, doce. Doce kilos menos desde septiembre del año pasado, en que empecé con el plan de medicadiet. Así que ya estoy por debajo del umbral de la obesidad mala, la que da sustos cardíacos y diabetes, y ahora estoy en el umbral de la obesidad de estar por casa, la que molesta pero no mata.

Ya no voy a las consultas, por una cuestión de dinero exclusivamente, porque está claro que tener una visita con el nutricionista, aunque sea quincenal, te "obliga" más a cumplir, aparte de que el desembolso es importante para mí y eso también pesa a la hora de hacer que te merezca la pena.

En cualquier caso, yo he seguido a lo mío, ya por mi cuenta y riesgo. Y aunque pierdo peso con más lentitud, porque soy una vaga rematada y me cuesta Dios y ayuda levantarme del sofá y moverme, lo cierto es que sigo perdiendo peso,  y no estoy cansada de comer bien. ¿Se puede una cansar de comer bien?

Mi gran suerte es que mis delirios culinarios son de lo más sano: mato a cualquiera por un plato de sushi variado, y eso tampoco es un grave problema en mi dieta, sólo tengo que compensar después un poquito los hidratos de carbono, y listos.

Yo no soy nutricionista, pero con lo que he aprendido en medicadiet estos tres meses, los consejos que van dando en su blog, y dándole continuidad al plan que me dieron, sospecho que estos doce kilos que he perdido no van a ser los últimos en despedirse de mí este año.

Y si me preguntáis si me ha merecido la pena, allá va: Sí, me ha merecido la pena, y ojalá hubiese conocido antes este plan y me hubiese ahorrado el tiempo, esfuerzo y dinero que invertí en dietas absurdas, pastillas, caldo de berenjenas y batidos venenosos.

jueves, 2 de enero de 2014

Año nuevo, kilos menos.

Por fin se acabó la maldita Navidad, ¡debería ser opcional!. Y aunque no he perdido peso en estas fiestas, por lo menos tampoco he engordado, y eso que me he pasado más de lo previsto según el plan del nutricionista. Pero claro, sobre el papel es fácil decir que la guerra será sólo una comida aquí y una cena allá... pero la realidad es que luego hay también batallas menores a todas horas: que si terminas en un bar de tapeo con no sé quién, que si vamos a juntarnos estos y aquellos que hace mucho que no nos vemos... No, no es tan fácil, no se puede evitar todo, ni te puedes tomar una manzanilla y un vaso de agua en todas las ocasiones. Pero menos mal que los días de compensar intercambios han funcionado, y no hay que lamentar pérdidas mortales.

Y a pesar de todo, pasados los jaleos he vuelto con toda normalidad al plan medicadiet, y eso es lo que más me preocupaba. En otras ocasiones, con dietas más restrictivas (de las de pasar hambre, vamos) una vez te sales y vuelves a probar las maravillas culinarias del mundo, no hay quien regrese a la senda del hambre. En este caso, si me apuras estaba hasta deseando volver a comer bien, porque realmente estoy mejor cuando como bien. Voy mejor al baño, me siento más cómoda, las digestiones son más suaves, es mejor para todo. (Y encima pierdo peso...)

Así que no ha sido ningún desastre volver a mi plan, al contrario. Así que tampoco me siento terriblemente culpable por lo que me he salido, a fin de cuentas esto no es una dieta milagro, sino una forma de comer para toda la vida, y si en todos los días del año cuento las comidas "malas" que hago, son una gota de petróleo en el enorme mar azul de la alimentación sana.

Para este año me propongo seguir a tope con mi plan medicadiet, y a ser posible moverme un puntito más de lo que lo hago, y con un puntito más de regularidad. Por favor, Reyes Magos...!

lunes, 25 de noviembre de 2013

El rayo que no cesa.

Sigo perdiendo peso, una semana me quito un kilo como si nada, otra semana me quito quinientos gramos y dando gracias, pero el caso es que sigo perdiendo peso, sin parar, y sin graves consecuencias para mi vida personal ni desde luego para mi salud.

Al menos consecuencias negativas, quiero decir. Pronto va a hacer tres meses que abrí este blog para ir contando mi experiencia, y desde aquel día a hoy he perdido más de ocho kilos, sin perder la sonrisa ni convertir mi existencia en una lucha armada contra mi falta de voluntad.

Sigo teniendo lecciones pendientes: hay que beber más agua, maldita sea, se nota un montón cómo se para el intestino cuando te falta hidratación. Infusiones, venid a mis brazos y no me abandonéis!.
Y me sigue faltando enamorarme de un deporte y lanzarme como una loca a practicarlo disfrutando, convirtiéndolo en un placer. Mujer, no es que esté parada, me hago mi bici estática, me doy mis paseos rápidos con la perra, todo eso está bien. Pero si fuera una loca del padel, o del atletismo, o de la natación sincronizada, mi vida sería mucho más fácil.

También es verdad que ahora que me muevo mejor, con más comodidad, tampoco miro con tan malos ojos el deporte, pero reconozcámoslo: soy un bicho sedentario, mis aficiones se desarrollan todas con una silla/sillón/sofá debajo de las nalgas (el cine, el teatro, la lectura, la informática,...), y cambiar eso sí que supone atentar contra una parte muy arraigada de mí.

Claro que estoy abierta a todo, claro que cambiar malos hábitos por otros mejores supone evolución y madurez, y no es más que bueno buenísimo. Pero también es duro, visto así, perder parte del tiempo que solías dedicar a cosas que tanto te gustan e invertirlo en hacer otras que en realidad te gustan menos.

Habrá que cambiar las perspectivas, ya lo sé.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Pesadillas presentes y futuras.

Vale, lo reconozco, le tengo miedo a la Navidad. Es la peor época del año para los que sobrevivimos pasados de kilos. Todo lo demás es llevable, porque todo lo demás es breve: tu cumpleaños es un sólo día al año, la semana santa son dos o tres rellenos dulces y un rollo frito, el verano es largo pero se suda y se mueve más el cuerpo, la boda de la amiga... la cena con no sé quién... son sólo días sueltos, fáciles de compensar.

Pero la Navidad... ay, la Navidad dura taanto, y se come taanto, y se cena taanto y hay tantos dulces por todas partes, en todas las casas, en el trabajo, en la panadería, en el super... Y está tan feo no coger uno cuando te ofrecen que hasta te miran como a una antipática si les dices que estás intentando cuidarte, como si el no saber "salirte" en una ocasión especial te convirtiera en una antisocial y un bicho raro. Y claro que te sales, ya lo creo. Una vez y otra y otra.

Yo le tengo miedo a la Navidad. Ya he perdido muchos kilos, bastantes, apenas en dos meses, y de forma cómoda, y he hecho una inversión económica importante pensando en mí, en mi salud, he hecho una apuesta por mí para los años que vengan. Y pensar que ahora, justo ahora, está al caer la puñetera Navidad...

Ya no sólo me da miedo pasarme, me da miedo el bajón de autoestima que viene después del exceso, cuando te subes a la malvada báscula y ves que lo que conseguiste quitarte en veinte días te lo has puesto de nuevo en tres o cuatro, y que todavía te queda por delante la cena de Nochevieja, la comida de Año Nuevo, el chocolate con roscón del día de Reyes... me pongo a pensarlo y no veo más que montañas de calorías, ríos de azúcar industrial, muros gigantes de mazapán y turrón, grasa y grasa y más grasa, a la espera de cazarme.


Maldita Navidad...

viernes, 25 de octubre de 2013

Seis sesiones, seis kilos.

Muchas gracias a las más de ochocientas personas que os pasáis por aquí a acompañarme en la trinchera en esta guerra particular contra los kilos.

¿Que cómo sigo? Pues bien, bastante bien, aunque podría haber bajado más peso si no me hubiese relajado tanto con el ejercicio físico ni me hubiese concedido un par de caprichos culinarios. Pero sobre todo hay que moverse, porque el capricho lo compensas en unas cuantas comidas, pero el ejercicio es irremplazable, caballero. O te mueves, o no hay nutricionista que valga, ni milagro ni aparición mariana que te lo solucione.

Así que voy a tratar de buscarme ese rato diario cuatro veces por semana, y lo haré como homenaje a mí misma, a las esperanzas que tengo puestas en mi voluntad y en mi actitud de mujer-todo-terreno-salta-charcos.

Cómo se notan esos kilos menos, madre mía, y eso que no parecen tantos. Subir escaleras, agacharte a coger cualquier cosa, vestirte, acelerar el paso para no perder el bus, todo es más fácil, todo te sale con menos esfuerzo. Y notarlo, ser consciente de que esa escalera antes parecía más larga, es la medalla secreta que una lleva en el pecho, en silencio, sin compartirla con nadie, pero orgullosamente.

domingo, 13 de octubre de 2013

Quinta visita, ahora virtual.


Para ahorrarme el viaje a Madrid y no tener que sumarlo al gasto, ya de por sí alto, del tratamiento, a partir de ahora haré las visitas a través de cámara web y skype. Todo lo cual todavía te deja más la sensación de precio desorbitado, pero últimamente me digo que estoy invirtiendo en mi salud a largo plazo, que esto es algo más que un bikini de verano o una foto bonita de perfil, y que es la mejor inversión posible.

Sigo adelgazando (debo andar por los cinco kilos menos), aunque con el cambio de báscula es difícil determinar exactamente cómo me ha ido desde la última visita, pero he perdido cintura, me estoy poniendo ropa que llevaba en el armario muuchos meses, y he tenido que buscar mis cinturones, que estaban criando polvo por algún rincón.

Lo mejor de todo no es que siga perdiendo peso, a pesar de que he pasado varios días de inactividad total por un problema en una pierna. Lo mejor de todo es cómo estoy perdiendo peso, la forma relajante y amable de perder peso. Eso es lo mejor. En cuanto a deporte, de momento no estoy haciendo más de lo que hacía antes, sólo que antes no me servía para absolutamente nada, y ahora cada minuto de esfuerzo físico parece que juega a mi favor.

A pesar del éxito sigo prevenida, o cómo diría yo, como asustada, como si de repente mi cuerpo fuera a destapar la gran mentira y se fuera a levantar contra mí gritando ¿¿PERO DE VERDAD PENSABAS ADELGAZAR COMIENDO MACARRONES??  pero es sólo una pesadilla pasajera, enseguida vuelvo a tocarme el cinturón y a recordarme que todo va bien, que esto funciona, y que ya puedo ir cambiando el chip, porque si normalizo y acepto como propia esta forma de comer, nunca más volveré a ser una gorda.

Como novedad, ahora además de controlar los bloques de alimentos diarios, tengo que controlar la distribución a lo largo de la semana, por ejemplo, de todos los hidratos de carbono que como, que haya más proporción de pan que de arroz o pasta, cosas así. Espero no volverme loca y acostumbrarme pronto a afinar tanto.